Mientras tus ojos en los míos
requerían respuestas a mi pensamiento
con un qué silenciado
y un verbo elidido
me conmocionó tu pánico de pérdida
que recordaba a mi viejo maestro judío
mientras un temblor estremecido
de nuevo me acercó a tus brazos.
Y, sin embargo,
mis uñas no están quebradas
como en el resto de mis poemas
y hacen que las tripas de acero y nylon
suenen mejor que nunca.
Del libro En pie de tregua de
DANIEL GRANADO PULIDO -Cádiz-
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