Reflexionar, saber, no es suficiente,
hay que expresarlo, en confidencia o grito,
en la calle, por gesto, por escrito,
véalo el sordo, escúchelo el oyente.
Si muda, la razón no es convincente;
debe hablar, argüir, ya en exquisito,
poético temblor, o en erudito
discurso de agudeza inteligente.
Es la palabra dádiva que entrega
nuestra alma a los demás, y que congrega
las suyas, en respuesta, a nuestro lado.
Si tienes algo que decir, proclama
tu idea en nitidez, pero sin drama;
si no, mejor permanecer callado.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -In memoriam-
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