El amor exhaustivo debilita,
nos subordina al otro, es amor ciego,
o si algo ve, transige, y en tal juego
su propia dignidad desacredita.
El amor verdadero necesita
equilibrio, igualdad, razón, no ruego;
éste destruye la balanza, y luego
la armonía de dos se inhabilita.
Ni en dictamen te quiero ni en plegaria,
en ambos habrá un alma solitaria,
y una mente opresiva. No es mi estilo.
En simetría y equidad me ofrezco.
Es a brigada tal que pertenezco,
única opción de convivir tranquilo.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -In memoriam-
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