jueves, 29 de junio de 2017

EN EL DESIERTO DE EGIPTO...


¡Joder, y yo donde sembré el trigo!
Es mediodía en Egipto, a las orillas del Nilo
y a la reserva de las brisas del desierto,
en este tórrido valle, delante del templo
funerario de Ramsés segundo...

Este barbilampiño de escasa pelambre en la sien,
hábilmente depiladas, no sé si para agradar
a su Dios o, a su amada... para acariciarla
a la luz de la luna preñada...

Adriano o, Leovijildo, que es según se llama
su cuerpo ante esta inmensidad no segada,
es un botón de miel salvaje...
un indefenso cervatillo en medio de una feroz
manada de leonas hambrientas...

Entre los cuernos de Isis a la derecha
de Ramsés, su diminuta sombra es un botón
bajo la faz implacable del sol en la sabana,
el faraón lo observa impávido,
como este insignificante insecto se afana
hasta terminar separando el trigo de la paja.

Al final de la tarde alza Ambrosio los ojos
desencajados como una yegua vieja
y observa entristecido lo que aún le queda
y el desgarrón que tiene en la espalda donde
se coló el sol y le quemó el ánades tibio de su cuerpo...

RAFAEL CHACÓN

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