Muere el cuerpo,
con él mueren sus vivencias,
inexorable viaje
en el que inicia su andadura el alma
culminando el final de su camino,
allí, donde no existen las palabras
ni miedos,
donde no caben odios ni rencores
--hay ausencia de maldad--,
donde solo existe luz:
el reino de las almas.
Francisco Pérez López -España-
Publicado en la revista Oriflama 30
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