Quién dice
que una mujer de cincuenta años
deja de lado la belleza
para darle paso a la pura nobleza,
es porque jamás ha tenido a una
entre ceja y ceja,
dentro de los oídos,
mucho menos afuera,
entre los brazos o
tejida entre las piernas…
Y si digo entre ceja y ceja,
es porque así te traen;
pues te observan,
te miman,
te aconsejan;
y si digo dentro de los oídos,
es porque te escuchan
hasta cuando las tripas
te rugen de hambre;
y que decir cuando entre brazos,
pues no hay mecedora,
ni pesebre,
nada mejor que una mujer
de cincuenta años;
uno duerme
como duermen los hombres,
después de un día fatal de trabajo;
y mejor ni les digo que pasa
entre las piernas,
estas tiemblan
de tantas que son sus ganas,
de tanto que están en la mejor edad
del disfrute de lo sexual,
que uno con cara de incrédulo,
deja que esa mujer de los años cincuenta,
haga y deshaga que la vida es una
para ponerse a pensar
que es lo que ha desatado en su naturaleza.
GILDARDO CARRIÓN
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