Ahora cuando tímidamente se acerca la vejez
distraídamente me registros mis zurcidos bolsillos;
buscando aquellos sueños locos...
de una juventud sin planificar.
Me siento en mi viejo sillón y le doy permiso
a mi inconsciente para que divague por los trasteros,
por si encontrara mis minutos perdidos,
aquello que tan alegremente regalaba
sin pensar donde terminarían mañana.
Siempre vuelven trayendo algo para
refrescar un poco esta memoria de viejo,
que antes como hora siempre tuve el gusanillo
de escribir o, emborronar papeles,
con algo parecido a versos o, poemas.
pero que sólo son retazos de mi pasada historia.
Hay muchos pequeños objetos sin valor
material, pero si sentimental..
viejas fotos descoloridas, aquel poema
que nunca terminé, plumas que siempre
coleccioné, un reloj prado, una brújula y
un tintero de los de verdad.
Pero lo que más me llama la atención
y me sonrío, es con la foto... con aquella
pinta de señorito andaluz que tenía...
Rafael Chacon Martel.
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