Rostro angelical, perfil de diosa,
almendrados ojos, luceros del lejano atardecer.
Carnosa boca, apetitosa ambrosía,
sedosa voz, cálido estío, piel durazno.
Cómplices miradas, explosión de Big Bang,
fulminante hechizo… silencios prolongados,
ensoñación de amantes prohibidos, clandestinos,
sucumbiendo al amor, que se ahoga en el pecado.
Bailando… taciturnos y callados,
al ritmo de tonadas alegres… temblamos.
Atracción fatal… ¡lo inevitable!
Furtivas miradas, vuelos de manos, imperiosos besos.
Una noche… en la esquina del incendio,
en el abrazo de la luna enamorada.
Al viejo bar oscuro… caminaba,
alma feliz, con sonrisa nerviosa... esperada.
la música flotaba en el humo del ambiente,
fragancias tiernas de boleros y baladas,
aromas de pasión, susurros breves,
suspiros de ausencias presagiadas.
Historias de amor, de mil locuras,
La música de antaño les narraba,
Volando en ilusiones sus almas se juntaban,
Besos, pupilas dilatadas, regocijo total.
El bar cerró. Oscuras calles solitarias,
llovizna pertinaz, frío que abrazaba,
los regresa a mantener sus ilusiones,
en arcanos secretos… bien guardadas.
Dolor, lágrimas, recriminaciones esquivadas,
miradas con sentencias de “ culpables “,
como parias aislados, escupidos,
en el desafío prohibido… más se amaban.
Pero el tiempo pasó… un parpadeo,
los embates del destino soportaron,
las lágrimas en rosas se tornaron,
con audaz osadía, forjaron su camino.
Las sendas con espinas que trillaron,
el amor con paciencia en vergel las convirtió,
el mismo cielo protegió sus almas,
hoy caminan juntos abrazados , cada día.
¡del destino y el amor… jamás pudieron escapar!
Álvaro Álvarez Rojas (aprendiz de poeta) -Colombia-
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