BUSQUÉ en aquellos ojos zarcos
algo que me supiese a néctar
para curarme del infeccioso hastío
y de un tragantón lo bebí
hasta hartarme de esa ponzoña.
Busqué el antídoto
contra tu veneno
y estaba en los mismos
labios con los que
me matabas.
Busqué alguna pócima
para sanarme de aquel
supuesto amor,
y a pesar de saber cual era
sigo placentera y terminalmente enfermo.
FRANCISCO TOMÁS BARRIENTO -Campofrío-
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