Música ajada de versos
es ebullición de alma en redención,
son gritos sordos entre líneas,
gemas engarzadas, que exhiben sin pudor
luz y sombra de sentimiento.
Olas encrespadas en mares de ansias,
desasosiego que se fortalece entre vacíos,
barbarie de condenada voz ahogada
en lágrima plateada arrebatada al universo.
Pensamiento tendido en silaba de angustia,
palabra sin eco, silencio que inspira mohína oda
en narcótico galopar desierto de abandono
al encuentro del último umbral sin retorno.
Carmen Pedreros Avendaño -Perú/Guatemala-
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