Y los profetas clamaban
en el desierto y sus voces,
que eran gritos desgarrados,
se perdían en el desierto
y nadie los escuchaba.
El enamorado amante,
ante la amada, clamaba
y la amada, sorda y ciega,
al amante no escuchaba;
que era un hombre el amante
y era una mujer la amada.
Que era la vida y, la vida,
que es la vida, siempre mata,
y siempre acaba matando
al amante y a la amada.
Del libro “LIBRETILLA DEL COPLERO” de JUAN CERVERA SANCHIS -México
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