Vuelve a dar calor al nido...
Suave transparente y casi muda
llegaste para preñar el hastío
que ahogaba mi silencio,
llegaste sacudiendo las guirnaldas
del rocío de la noche,
gotas de sudor de nubes
del oriente azul de mares misteriosos.
Pero no venías sola
traías la prisa del futuro
y las alas del pasado arrastrando
la memoria de la sal, la miel y el pan,
condimento y vida de los pasos
de ázimos del tiempo y las edades...
Yo te crié en mis salados techos
de oración y fuegos comprimidos
en ancestros compartidos con generaciones nuevas,
vegetal y luna taciturna de rosarios,
de verbo y cánticos serenos sobrios de música y calor.
Allí estaba yo cuando llorabas,
tu llanto era de lágrimas morenas del espejo
oscuro de tus ojos negros, perlas del oriente
del misterio de la magia de la fantasía
mística de mares del reino de las luces y las sombras.
Y ahora que estás aquí, que has vuelto
a revivir las horas olvidadas a llenarlas de rocío y miel,
miel de oporto y vino,
agua de las puras y potables nubes.
Créame una nueva semilla de alas y esperanza,
créame simiente de tu vuelo
para viajar bajo la sombra del peregrinar eterno,
peregrinar que ha negado el exilio del amor
al olvido de las oscuras noches donde hará, por fin, la luz
su podio.
Nuestro nido de amor está cálido esta tarde...
Ricardo Flores Joya -El Salvador-
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