Cuando vislumbro el mar me gusta decir "allá en lontananza"
para abarcar con esa esdrújula
los engranajes de los huesos y las venas de la inmensidad.
Imagino los acantilados golpeados por olas siempre distintas
como sísifos húmedos y enfadados.
Ese mar que oculta el tortuoso alma de los dioses
y que extiende sus zarpas rodeando de asombro, respeto y miedo
la esbeltez de la palabra lontananza.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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