miércoles, 20 de agosto de 2014

EL ALQUIMISTA DE CAFFA


Es el año 1340 de la era cristiana, y la ciudad de Caffa, en la costa del Mar Negro, está sitiada por los tártaros. Los genoveses la defienden a duras penas contra un enemigo implacable y sanguinario, pero no tienen esperanzas porque todas las posibilidades de ayuda han desaparecido. Solo queda un milagro. Y el milagro aparece en forma de un alquimista, Giotto.
−Yo encontraré la fórmula para destruir al ejército que nos sitia – afirma con voz rotunda.
Los que le escuchan –generales y grandes magnates de la ciudad- no pueden sino asentir en silencio y
confiar en la ciencia de aquel hombre… y en la voluntad de Dios.
En su gabinete, Giotto investiga en pergaminos antiguos sobre la epidemia que azotó Constantinopla en el siglo VI, conocida como peste de Justiniano.
Durante días y noches investiga sin parar, y realiza innumerables experimentos en su marmita, bajo la luz de mortecinas velas, acompañado solo por un perro y varias jaulas repletas de ratas.
Por fin, a la tercera semana, cuando el asedio está en su apogeo, se presenta ante los líderes genoveses:
−Tengo el arma que acabará con el ejército enemigo – les anuncia.
−¿Dónde está? – pregunta uno de los oficiales.
Les señala una jaula donde tiene encerradas varias ratas.
−¡Soltadlas esta noche al otro lado de las murallas! – les grita cuando advierte su desconfianza – Y después… pagadme.
Así lo hacen. Pocos días después una terrible peste diezma el ejército enemigo.
Desgraciadamente, los tártaros descubrieron de donde procedía el mal que los atacaba, y arrojaron con
catapultas al interior de la ciudad a sus muertos apestados, extendiendo la peste a los genoveses. Estos, por venganza, ajusticiaron al malhadado alquimista, que había provocado una nueva y mortal epidemia.

Francisco José Segovia Ramos (España)
Publicado en la revista digital Minatura 125

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