Todas las cartas de amor, mi amor
son, en el fondo, ridículas.
Todas las cartas de amor
cuando hay amor
resultan ridículas.
Porque los que en verdad aman
dicen y escriben cosas ridículas.
Porque el amor
el verdadero amor
te lleva a expresarte en forma ridícula.
¿Quién, en asuntos de amor
no ha sido en alguna ocasión ridículo?
¿Quién no ha dicho
te amo desesperadamente
te adoro, mi cielo, mi vida?
¿Quién no ha suplicado, en alguna ocasión
hasta el ridículo,
algunas migajas de amor?
El plebeyo o el señor
el sabio o el bruto
el rico o el pobre
el humilde o el poderoso
todos, en asuntos de amor
han resultado, en alguna ocasión
ridículos.
Solo los que nunca han amado
o los que por miedo al ridículo
dicen que el amor
es un trastorno de la personalidad
se han salvado de gestos ridículos.
Ignorantes de sí mismos
ridiculizando al amor con argumentos ridículos
han pagado con el mayor de los vacíos
viviendo en un mundo ridículo
atrapados entre objetos ridículos
persiguiendo proyectos ridículos
cosechando triunfos ridículos
con discursos ridículos.
Pero el amor, que es sabio
nunca anida en ellos.
Vuela sobre sus absurdas quimeras
para posarse solo
en corazones ridículos
que como el tuyo y el mío
nunca se cansan, mi amor
de hacer el ridículo.
ALBERTO LOPEZ
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