domingo, 25 de noviembre de 2012

PORCELANAS


Aquellas horas de grácil porcelana,
cuando era eterno rosal de la alegría,
el mundo desglosaba en fantasía
y el color eran horas de solana;

correr y brincar cada mañana
despeinando los bucles de mi día,
las flores con su rara geometría
y la risa hedónica y temprana;

el ansioso cristal de mi ventana
y la voz de mi madre, grácil pana
enrolada en un grial de melodía

que aventaba mi clásica galbana
como un diario concilio de su diana.
¡Era dulce mi madre y era mía!

Rodolfo Virginio Leiro -Argentina-
Publicado en Suplemento de Realidades y Ficciones 53

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