Quédate en el cielo, amor,
no bajes.
Aquí abajo, los grises
son tan grises
que, de algún modo gris,
van a ultrajarte.
Y sos tan linda allá,
tan nomeolvides,
simple ademán de madre
por aire-
que si caes, amor,
con la ternura
con que caen las hojas
de los árboles;
si llegas a caer,
acaso nunca
vuelvas a ser tan cielo
ni tan madre.
Déjanos a nosotros,
los humildes,
los que nunca te usamos
Ni abusamos de tu inmenso
silencio planetario,
que cuidemos la altura donde habitas,
celestemente hermosa,
como el aire.
Déjanos a nosotros.
De los otros,
es piadoso no hablarte.
De Bajo estado de sangre de Armando Tejada Gómez -Mendoza, 1929 - Buenos Aires, 1992-
Publicado en la revista Con voz propia 52
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