Perspectiva del plomo,
del árbol muerto
en la sed de los astros.
El viento seco sin huella.
El dolor, sin dolor, en su sombra.
¡Hiroshima!
El huevo encubado
en el agua de las máquinas
como un sol negro
ardió tu corazón.
Fue una nube radiactiva,
parida en un U.S.A.-laboratorio.
Lo recuerdo,
fue en 1945.
En Nínive y el Tigris se combate duramente.
Tiempo de a dos:
Cíclopes y centauros
desalmándose en la arena piadosa,
la cual Scherezada amaba
y de cada grano sacaba una flor de lirio.
Flor,
en un espejismo
de humo y petróleo
que se eleva hasta los cielos.
JOSÉ PABLO QUEVEDO -Pérú-
Publicado en la revista El canto del ahuehuete 24
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