domingo, 25 de noviembre de 2012

LA MUERTE DE CYRANO


Expirado ya mi tiempo,
con la hora ya marcada
al final de este mi verso,
al morir de mis palabras.

Nada soy más cuerpo yerto
que al soñar nunca callaba
y tan solo en el ensueño
recordaba que aún amaba.

Fui del alma navegante
en un rumbo de silencio
que me adorna lacerante
y protege mis adentros.
Fui del mundo este semblante
de intachable caballero
que luchó contra gigantes
sin temblar su firme acero,
que batió su pecho andante
sin coraza contra aquellos
los que osaran con mirarte
sin postrarte sus respetos,
los que osaran con hablarte
de fortunas por un beso,
los que osaran con rozarte
con sus garras  de tormento.

Nada soy más cuerpo yerto,
un esbozo del pasado
que agoniza entre los velos
de lo eterno y lo mundano.

Nada soy más cuerpo yerto
en la cuna del regazo
ignorante del secreto
que, enterrado con mis labios,
yo lo quiero y lo prefiero.
Que no quiero ser burlado
y llevarme de este suelo
el honor hecho pedazos.

Nada soy de mi figura,
soy la sombra vacilante
que el pincel ya no dibuja,
soy la rima disonante
que no inspira ya la pluma.
Nada soy más cuerpo errante
en los brazos de una duda,
callar y amar cobarde
o quebrar a la locura
de morir y no llevarme
el secreto hasta la tumba
de que siempre quise amarte.

Y ante el dios del otro mundo
podré al fin hablar sincero,
podré al fin hablar desnudo
de razones y de miedos,
a voz en grito y en susurro
que te amó este caballero,
y por siempre se contuvo.
Que te amó este caballero
y que fuiste amor primero
y que fue tan solo tuyo
y por siempre se contuvo
por no ser amante bello
de escuchar de labio tuyo
Un desprecio a su “te quiero”.

Gustavo González -Valladolid-

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