Marcha el profeta inquietador de sueños
renaciendo en cada patriada.
Cielo y viento le pueblan el alma
con la sola mención de su palabra.
De golpe vuelve a las jornadas
nuestro Armando,
armador de madrugadas.
Su voz resuena en los oídos y sus letras
nos van subvirtiendo el alma.
El olvido, tenaz olvidador,
no ha podido derribar esta muralla.
La memoria de los pueblos
ha sabido ganarle la batalla.
En estas cuestiones de esperanza,
los poetas, obreros y juglares
reverdecen la nostalgia
y salen a jugar con las palabras.
Es cosa del profeta...
andar agitando la calma,
acercarnos la distancia,
abrigar el vino en las tinajas,
soltar los pájaros del canto,
y poblar de estrellas el espanto.
Si estos días sientes que un incendio
se posa en las bagualas.
Ya no hay tiempo de parar el canto,
ni el ardor de la sangre en los muchachos.
Si una brisa te cambia la mirada...
Es Armando, el profeta, El Tejada
que moldeando el pan del hombre
renace con el sol... en las mañanas.
Miguel Longarini -Argentina-
Publicado en las revista Isla Negra 331
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