martes, 27 de noviembre de 2012

OSARIO


Mi amor, mi fe, instilará en tu pecho una calma preternatural. Descansarás por el cuidado, te pondrás mejor, y si no, Helen, si murieras.... entonces al menos aferraría yo tu mano querida en la muerte, y gustosamente... oh, alegremente, descendería contigo a la noche de la tumba. (Edgar Allan Poe).

 Tus verdades son duras
como lagunas en el invierno,
me acusas por mis pies descalzos,
mis ojos dormidos
y de como repito mis caricias.

Mis palabras
se pierden en las causas,
lentas,
desviadas,
se pegan a lo inconcluso
y me señalas
cuando no son de tu oído.

Cierras la puerta
cuando el olvido se cansa
y Bach suena de por medio;
olvidas siempre tu cabello en el piso,
las miradas que me adeudas
y un pan medio mordido.

Siempre guardo todo en la misma caja
fumo el mismo cigarrillo,
es la táctica que siempre falla,
lo que recojo en las mañanas,
la misma ropa,
tus cabellos,
una ausencia rutinaria,
el abandono que se cuaja
cuando huele a café
y el pan medio mordido.

Miro mis pies desnudos,
ordeno palabras y causas,
le subo a Bach,
recuerdo cuando me mirabas,
enciendo un cigarrillo
y cuando hablo con tu ausencia
abre la puerta
y me suplica que cierre la caja.


Del libro Manifiesto para entenderme de Wilmar Edison Martínez Cuervo
Publicado en la revista Colectivo Literario Mariposas en el Estómago


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