Accesible y, a un tiempo, infranqueable.
¿A qué juegas, mujer? ¿Cómo es tu puerta?
Si la ofreces de par en par abierta,
por qué es tu sugerencia revocable?
El tono de tu voz, sensual y afable,
desde el balcón, hace vital la oferta;
me acerco en júbilo, y me desconcierta
tu cambio de actitud vituperable.
¿Alguien ha traspasado tus umbrales,
profanado la alcoba y sus rituales,
y ejercitas venganza en inocentes?
Mujer fortificada en tu castillo,
desbloquea hasta el último pestillo,
y olvida tus polémicas pendientes.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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