Ante una mujer inteligente el hombre es como una cáscara de nuez vacía flotando entre olas de mil metros.
Es la eyaculación precoz de la nada ante los ojos vendados por la vigilia.
Es la metáfora del vacío cuando raspa la piel.
Es un libro pantegruélico de hojas ajadas.
Es como una colmena de celdas huecas que sostiene mil kilos de miel de amianto.
Es la fuerza bruta que salpica de uñas los bostezos de la mujer inteligente.
Es la rama erecta que se yergue como humo transparente.
Es el miedo a su propia ignorancia.
Es un cerebro de semen y aprensión.
Es un oasis de lujuria entre montoncitos ordenados en cajas, de bellos de las piernas.
Es el patético eco de su propia sombra.
Ante una mujer inteligente el hombre es un gran diminuto.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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