(I)
Flota en tu espalda aroma de violetas,
y humedades de verde aún no segado.
Es abril, sol y brisa, y arbolado,
y un quejido, a lo lejos, de carretas.
Inmóvil, sobre el césped, interpretas
a la Bella Durmiente. El azulado
puro del cielo apenas alterado
por nubes renovando siluetas.
A la sombra, mujer, miel y sosiego,
en bajamar de párpados; me entrego
a tu blanda, sutil contemplación
Y me aproximo a ti, tan lentamente,
que el beso que te doy sobre la frente
no te perturba; casi una oración.
(II)
No conozco tu nombre, mas te alerto
desde un silencio que se expresa en roces,
tan gentil, tan directo, que las voces
no saben expresar, y te despierto.
O flotabas tal vez en el incierto
mar interior de indefinidos goces,
que solemos forjarnos, de albornoces,
almohadas, citas, y el amante experto.
Al recoger los párpados, me viste,
la mano en tu cabello, y sonreíste,
como si fuera parte de tu vida.
E inevitablemente a eso he llegado.
Ah, reclamo bucólico del prado,
ah, mujer, en afectos encendida.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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