lunes, 8 de mayo de 2017

LA EUFÓRICA LUZ DE LOS MEMBRILLOS


1

Alcancé tu mano por primera vez
como una niña
tocaría un membrillo entre las ramas.
Cítrica, cruda,
era la ofrenda de tu mano muda.

2

Porque esa noche pude tocar tu mano
hoy que vuelve la escarcha
yo me amparo
en la eufórica luz de los membrillos.

3

Quiero abrazar un arpa y que sus cuerdas
dejen caer las voces de los pájaros
que merodean el árbol de membrillos.

4

—Y si un membrillo por azar se cae
podré mirarlo como miré tu mano:
aquella dulce materia sobrehumana.—

5

Existe una manera limpia
en cada gesto de tus manos finas.
Miro con pena como el aire oxida
la carne dura del membrillo roto.

6

Tarde de octubre. Fascinada
—bajo el lapacho que arrasó el granizo—
en una oración por el membrillo
repito el fragor del amarillo.

Del libro “Un cardo ruso” de Carina Sedevich -Argentina-
Compartido por Rolando Revagliatti

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