lunes, 8 de mayo de 2017

UNA CANCIÓN PROHIBIDA Y UN CLAVEL


Se acostó extrañada de escuchar en la radio aquella canción prohibida. Al levantarse su ropa aún olía a los claveles que había recogido. Antes de salir miró a sus hijos y soñó con un mundo mejor. Cuando llegó al restaurante, el dueño la envió a casa y le comentó lo de la revolución. Con dos ramilletes de claveles bajo el brazo salió a la calle. «Esto no me lo pierdo», pensó y se dispuso a ver con sus propios ojos qué sucedía. Con la intención de saberlo se acercó a aquel soldado aterido y le preguntó. Tras responderle, el hombre le pidió un cigarro. Celeste, en aquel instante, lamentó no fumar y le ofreció una sonrisa y un clavel tan rojo como su corazón. El soldado, con otra sonrisa, alargó el brazo, aceptó la flor y la plantó en su fusil. La primavera penetró en lo concebido para matar y la escena se repitió una y otra vez. Los claveles volaron y sus pétalos danzaron al son de aquella canción.

Franc Murcia -Badalona-
Publicado en suplemento de Realidades y ficciones 72

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