–De nada sirven sus disculpas. El rey Juan Carlos asesinó a mi hermano. Lo abatió con su rifle de cacería, el que tiene el escudo de la Corona española y decorado con incrustaciones de oro de 24 quilates, platino y la mira telescópica de la casa Swarovski. Eso se supo aquí en Botsuana, aunque no era la primera vez que participaba en un safari. Pagó 40 mil euros para asesinar a mi hermano. Él quedó muerto frente a un árbol, la nariz aplastada. Dicen que en Rusia ya había matado a un oso de nombre Mitrofan, embriagado previamente con vodka. También asesinó a un rinoceronte blanco, ahí están las fotos. Desde joven se dedicó a acabar con la vida de animales indefensos, por el simple placer de matar. Cómo olvidarlo, los elefantes nunca olvidamos...
Irene Selser -Argentina-
Publicado en Periódico de poesía 97
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