Dolor que se ha encuadrado en la sed de tus celos,
mirada desbocada, tan cubierta de velos,
la vida acabada, hundiéronse los cielos,
palpitaron tus manos, se fundieron los hielos.
Mirada tan ardiente, como paso oscuro,
la voz encorsetada, un abrazo tan duro,
recuerdos persistentes, un viejo amor puro,
un regalo decente, un golpe contra el muro.
La vida que se escapa, fútiles sensaciones,
quedarán los recuerdos, sábados dos funciones,
alegre triste circo, penumbras sin razones,
pura verdad que miente, aún arden tus pezones.
Palpitaron tus senos, en un abracadabra
recogí un pensamiento, la tierra que se labra,
la flor de un sólo día, ordeñando a una cabra
comienzo otra mañana, puede que el amor se abra.
Julio G. del Río -Valencia-
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