sábado, 2 de enero de 2016

¿DÓNDE ESTÁ LA PAZ?


En alguna oportunidad y por la depresión que me causa la violencia, quise indagar razones y motivos de ese problema por lo que en adelante me puse en la tarea de informarme sobre la conducta que lleva a las personas al enfrentamiento.

La primera conclusión a la que llegué era la misma que describen los naturalistas y los biólogos de que la violencia es parte de la naturaleza toda. Las bacterias y los virus son alimentos de otros cuerpos vivos. El animal es depredador, no importa si caza solamente para sobrevivir. El mundo de los insectos alimenta a los arácnidos y a las aves; los roedores a reptiles y estos a otras especies en ese ciclo de vida y muerte que segundo a segundo se manifiesta en la cadena de la existencia toda.

Pero cuando se habla del hombre, que es la especie más destructiva de la creación y a la vez, la más destacada porque la religión dice que tiene un origen divino al que se le adjudica la meta de lograr el perfeccionamiento, el concepto de la vida se supone y debe ser así, es producto del racionamiento de su inteligencia.

Admitamos que para el ser humano, para la persona, para el individuo en última instancia, la vida es don inapreciable y como tal lo percibimos en la escala de los valores eternos, que si se pierde en la tierra con la muerte, hace que todo lo material que ha logrado a lo largo de su existencia, desaparezca.

Tal pensamiento que limita la inteligencia a la especie humana únicamente, también muestra al hombre como a un depredador muy particular desde el origen de la vida.

La naturaleza para guardar su equilibrio se expresa violentamente con la fuerza de los elementos, las otras especies animales en su mayoría son depredadoras, el propio hombre, no se escapa de esta clasificación como interesado de manifestar su interés en el poder con el ejercicio de la violencia y el ejercicio de la Guerra.

Desde el primer día de su existencia como parte de un clan o de una tribu, el hombre se impuso como la especie dominante que lo separó de las otras especies por la fuerza de las armas primitivas que fueron creadas por él. Con el uso aplicado primero contra la naturaleza animal primitiva y luego contra grupos de homínidos usó la violencia y a través de ella percibió la necesidad de que esas armas fueran cada vez más especializadas y poderosas.

La guerra y la violencia exterminadora de su propia especie lo obligaron a temer a la muerte y por ello como cierta forma de armisticio a crear con el tiempo un ideal como contrapartida al que bautizaron como la paz que llegó a percibirse como situación y relación mutua de quienes no están dedicados a la guerra. Luego como convenio opuesto a la riña o el pleito del genio pacifico, sosegado y apacible, algo así como la paz de Dios. Pero ese principio ideal, también dividió durante siglos los conceptos en la ciencia política, que es el arte más perfeccionado de la manera como el hombre decidió gobernarse incluyendo la idea de paz pero formando para su protección poderosos ejércitos para defenderse.

Pero ¿Qué es la paz? ¿Qué es ese bien que es virtud? /Es anhelar en quietud/ el reposo, la tranquilidad. /Es la dulce calma, el pacifismo /la indolencia en no creer que la guerra que es violencia /llegue a ser la justicia por la sangre derramada el dolor y el padecer./ Es dar a cada quien oportunidad de encontrar merecida felicidad./ Es la buena correspondencia de la concordia familiar/ es sosiego de unos con otros al mantener sana aceptación del derecho a pensar en discrepancia. La paz es lo que tenemos que hacer sin definición precisa para desarmar los espíritus de la sangrienta agresión.

Al llegar a este punto en la definición de la paz, viene a la memoria el recuerdo del premio Novel de paz y me pregunté ¿quién lo merece y a quienes se les otorga?

Entonces pensé que debe honrarse con él a todo aquel que haya dedicado la oportunidad y la vida a tan noble tarea. A aquél que se haya enfrentado a todos los guerreros y a todos soldados para arrancarles las armas de las manos, a aquél que es incapaz de contestar un agravio para no herir a nadie, a aquél que sea consecuente con la verdad de su pensamiento para llevar una vida ejemplar y con su ejemplo enseñar al hombre a ser tolerante y respetar la diferencia que nos hace únicos e irrepetibles pero en el entendido de que vivimos en espacios compartidos de la tierra. A ese candidato a Nobel de la paz debemos seguir buscándolo con la linterna de Diógenes.

Del libro Cuentos, Historias & Relatos Tomo I de A.J.Ortega 

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