Los tabacos que mi abuelo
incineró al sol del día
hablaban
- ¡Qué poesía!
-
con los fósforos y el ci
elo.
El humo, tibio arroyuelo,
se filtraba en el tejado
mientras abuelo extasiado
de tabaco y guayabera
más que ser guajiro era
un poeta enamorado
Yosnel Salgueiro Sánchez
Publicado en Carta Lírica
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