Cada vez que te observo
me profeso muy nervioso
por dentro siento que hiervo
tienes un rostro precioso.
Eres como una rosa
perfumada hasta el fin
compites tal cual hermosa
ponderadas galas sin fin.
Tus dos botones en flor
engalanan tu hermosura
se abren cual resplandor
mis deseos con holgura.
Tu arrepollada rosa
entre tus torneadas ramas
mis sentidos ruborizan
a ponerme firmes llamas.
De tu cáliz néctar suave
mis papilas degustan
y en mi boca bien caben
sabores que se levitan.
Algún día decidiré
ser solo tu jardinero
mientras tanto esperaré
entregarme por entero.
Alberto Recalde Romo -Ecuador-
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