Tiemblo
como una flor
entre los lazos del viento.
Tus manos
me dan calor
meciéndome
entre tus dedos,
que ofrecen seguridad
en tiempos
en que tu boca moja
la abstinencia de la mía,
inundada
por resecas salivas
y tiempos de hastío.
Me volví
piel fresca
entre tu piel
inundada por el deseo.
Un osado deseo
que ya hice mío.
Esquivo los puñales
que el vendaval lanzaba,
al ver la claridad
con que tus ojos ondulantes
transforman
en música mi cuerpo.
Bésame,
hasta que de mi pecho
escapen
los profundos suspiros
que galopan
por llanura incierta
y lleguen a tu valle
calmo y sereno.
Ofréceme
ese beso
mezclado de sueños.
Mis labios entreabiertos
esperan,
con el ansia
del último quejido
de larva
que se transforma
en mariposa.
Invítame
a tu lecho,
enséñame
a vivir de nuevo.
Seré
tu blanco lienzo,
tú, el maestro.
Recorre
las colinas del pecado,
los montes de la hoguera,
las curvas del sendero...
Las sábanas
se vuelven sedas,
bajo el brillo
embriagador
de una “Estrella”.
Rafi Guerra
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