Te acercas, suavemente, me hablas,
y siento y atrapo fresco, tu aliento
que lo bebe insaciable, mi boca
como una bestia, animal sediento.
Aplaca, tú, mi oasis de sed.
Contesto, palabras amorosas, y alegría
horadas mi vida, inconsciente.
Desgajas en jirones, mis simientes
porque sé, que nunca serás mía.
Desgarrada, mi pasión enamorada.
El mar de tus ojos, perturba, aprisiona
el crisol de sol, de tu mirada en los míos.
Siento el sagrado fuego de la vida
arrebatos, en abrazarte, furia de latidos.
Y te miro tu alma.
Hablamos, murmullo de amigos sin testigos
tu dulce voz, de notas armoniosas
que emergen de perlas tan hermosas
y tus labios de cerezas ¡¡Qué castigo!!.
Eres música en mis sentidos.
Bajo mi mirada, impaciente, indecorosa
y te miro, piel caoba, bella y agraciada.
Azorado, adivino tu vientre, y tus curvas
delirio en tu desnudez, verte apasionada.
Tu belleza me atrapa, me perturba.
Te das cuenta, me miras y te gusta
mujer, sonríes, lo sabes, muy segura
tu perfumada, exquisita hermosura
no dudas mi respeto, yo, bebo lujuria.
Lava líquida, me quema muy dentro.
La ventisca, arrulla tus cabellos
que tus manos ya retienen.
Tus ropajes estallan transparentes,
desbocando, la punta de tus senos.
Te deseo con mis huesos.
Te siento tan cerca, y no te tengo
pero sé, que estás tan cerca y tan lejos
atrapas mis nostalgias, mis sentidos
quiero apresar de ti, sólo un beso.
Y después morir, mirando el cielo.
Un beso, que se derrita en caricias,
las caricias, en loco desenfreno
de mis codicias, dulce tormento.
¡Porqué sufro, si nunca serás mía!.
Quiero beber de tu garganta.
Mujer angelical, bellas primaveras, casi una niña
te quiero con mis huesos en este amor frustrado
con mi alma complaciente de amante enamorado
te miro y sólo siento que ¡nunca serás mía!.
Quiero que llenes de primaveras, el alba mía.
Quisiera no sentir culpas, olvidar mi conciencia,
y poder decirte ¡¡quiero que seas mía!!
Manuel F. Romero -Argentina-
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