Tantas horas.
Sí, pasó incontable el tiempo,
mi mano en tu mano.
¿Por qué dolerme del pasado?
De la obscuridad en mis calles ¡surgió el milagro!,
y fuiste luz para cegarme.
La nostalgia hoy tu nombre aclama y
no sé qué decir.
Los hay que no aprendieron a disparar el arma ni
destreza en el lance del cuchillo.
Sin embargo
y seleccionados por él murieron muchos.
Fuiste luz para cegarme—lo repito.
Y si a tu nombre hoy levan estatua de héroe,
de mí suelo avergonzarme.
En pequeño arroyo vi ahogarse al niño y
frente al muro
jamás hallé la puerta.
Del libro TROCITOS DE ELLA EN MÍ de
OMÍLCAR CRUZ RESTREPO
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