Zumba el ciclón furioso en el cantil
se agitan los cactos, tiemblan con él,
un aguilucho a su nidal se aferra
hincando su pico, con alas y garras.
Pétreos escollos espectros semejan
testigos de ocaso con sombra titán
entre las nubes el tiempo divisan
el derribo del nido y al ave rodar.
Le urgen sus padres remontar el vuelo,
turbado chilla, sus plumas se crispan,
se tambalea, el huracán amenaza,
del trueno el fulgor su imagen chispea.
El padre a su hijo, audaz, sobrevuela,
con sus garras al aguilucho levanta
de la borrasca su fuerza lo arrastra
contra los riscos, cruel embate, feroz.
Un rayo arde, los fantasmas de piedra
el cielo sacude, el águila en azar
alerta al hijo por su vida volar,
¡lo suelta! aletea, el viento lo eleva
en el cañón rojizo, silbando con ira
cerca de abismos y riscos letales,
el fragor del rayo ulula en el río
el chasquido retumba. El aguilucho
serpenteando, girando sin rumbo,
cae en picada, brioso aletea,
extiende firme tal escudo sus patas
su cuerpo encorva, las alas arquea
Se posa, respira al margen del río
que en estruendo sucumbe al abismo,
el vuelo reinicia, planea, sube. Zumba,
de su padres su garbo ve con la luna,
con ellos surca, triunfante guerrero.
Omar Aburto
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