viernes, 30 de octubre de 2015

CUMPLIR ÓRDENES


A pesar de mis reticencias, tenía que hacerlo. No solo por obligación para con mis superiores, sino por patriotismo.

La Agencia sabía que nuestros enemigos estaban construyendo una poderosa fuente de irradiación cósmica en una de las lunas de Marte. Si la ponían en funcionamiento podrían paliar las carencias energéticas de la humanidad para toda la eternidad… o mientras durara la especie humana. Con ello se terminaría también con la dependencia de los combustibles fósiles, y con la contaminación y el cambio climático, según decían los científicos responsables del proyecto.

Llegué a su estación orbital en una de las pequeñas lanzaderas militares “Hermes”. Conseguí esquivar sus sistemas de detección, e introducirse subrepticiamente en su base. Una vez dentro, instalé varios explosivos nucleares de potencia media. Tras activarlos, me alejé de allí igual que había llegado.

La Estación estalló en una silenciosa pero espectacular exhibición de color, que era también una sinfonía de muerte y destrucción. Había cumplido la misión. Nadie tendría esa extraña fuente de energía que ponía en peligro los intereses de mi país y, por supuesto, de las grandes multinacionales del petróleo que se encontraban tras la mayoría de parlamentarios y senadores, y del propio presidente.

Sentí una punzada de remordimiento al pensar cómo sería nuestro mundo si ese invento se hubiese puesto en marcha… pero me dije que mi bandera, mi himno, mi patria, eran más importantes que cualquier otra cosa…

Francisco Segovia -Granada-
Publicado en Irreverentes

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