Desearía una tarde sosegada y baldía;
sin pesadillas que intranquilicen mi memoria;
sin la obligación vana, mundana y perentoria
que hace que se desvanezcan las horas del día…
Desearía una tarde abandonada y vacía;
sin las culpas que los traumas le imponen al alma;
sin flagelar recuerdos que nos quiebran la calma
que hacen de mañanas con sol mañanas sombrías.
Desearía el recreo de un instante de olvido.
Recorrer la voluptuosidad de tu sendero.
No recordar, ni hablar, ni sufrir por lo perdido.
Disfrutar la libertad que sueña el prisionero.
Sentir, sentir lo que sienten todos tus sentidos
y en mi silencio aún puedas oír que te quiero…
Edgardo Pascual
Compartido por Diego Bruzzone
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