Como todas las noches del invierno en que vivo
me afano en llegar con mi clamor a tu presencia,
porque sé, Dios mío, que estás ahí con tu aliento.
¡Sopla mi alma, volveré a erguirme como el olmo!
Yo quiero ser el ser que hasta ahora no he sido,
pues mi existencia está rebosada por mil dolores,
dolores que me sumen en el caos y me consumen.
¡Una vida que no se merece, tampoco se vive!
Mi corazón hace tiempo que ha dejado de latir,
ha sido tan fuerte la traición que no hallo amor
que me despierte la ilusión por vivir y desvivirme.
¡El tormento fue tan violento como la tortura!
Ayúdame Señor a soportar este duro camino,
sostenme entre tus manos, susténtame los días;
tú que andas sobre el mar del cielo, recógeme.
¡Ayer fui una ola de luz, hoy vivo como ausente!
Dame Padre, el amor que no tuve y creía tener.
Injértame Hijo el gozo que no tengo en mi alma.
Brote el Espíritu una fuente eterna de esperanza.
¡No me busque otro amor, sólo el amor de Dios!
Víctor Corcoba Herrero
Publicado en Luz Cultural
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