Arde la guitarra en mis manos,
mientras la luna se acaba,
siento el eco sin par de tu armonía
en las horas amargas de mi vida.
No llores a las almas perdidas
que se escapan, por tu boca redonda.
Guitarra, guitarra mía,
por los caminos del viento
vuelan en tus melodías,
coraje, amor y lamento.
Francisca Olmos Comino
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