Me aparté, sin apartarme,
y me encontré ate el espejo
más grande que nunca vi.
En él junto a mí contemplé,
sin contemplar, otras dos figuras.
Una me era conocida, la otra no.
Me acerqué, acercándome, al espejo
para ver si reconocía al desconocido
que estaba a mi lado izquierdo.
No, por mucho que miré, no hallé
nada en aquel ser que me fuera familiar.
Sus ojos me eran extraños y sus labios,
sus labios, nunca me hablaron antes.
Entonces, si no tenía ninguna relación
conmigo, porqué se reflejaba a mi izquierda
en el gran espejo donde me miraba, sin mirarme.
En algún rincón habría algo que nos uniera
solo tendría que descubrirlo buscando con intensidad,
cada minuto que estuviese ante el espejo.
No me retiraría, retirándome, hasta hallar
las conexiones entre aquel extraño y yo.
JOSÉ LUIS RUBIO
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