¡Dame, dame tu miel!
No puedo vivir
cual hojarasca a merced del ventarrón
arrastrándome sobre el heno de tus extravagancias
marchito en la quimera
de poder saborear tus esculturales pezones
de deslizarme en el rosal de tu pubis
de provocar tus derrames
de enarbolar el desquicio de mi amor
porque conoces las esencias de mis sentires
porque anhelo quemarme en tu ardor
porque también huyo de mi destierro
porque buceo las profundidades de tu pasión
y advierto una analógica orfandad.
Mis tempestades
no logran provocar tus olas
y tus aguas
tus aguas ondean
la perfidia de yodados recuerdos.
¡Dame, dame tu pasión.
Entrégame tu corazón!
Y lograremos
un fecundo sosiego.
JUAN LOPRESTI
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