Los árboles
se desvisten
caen sus hojas.
Amarillas y marrones
en mullidas formas,
suave manto
de colores.
La tierra
pierde la humedad
que la protege
y se resquebraja
abriéndose
a un otoño lánguido
que la hiere.
También mi piel
sufre los estragos
del tiempo
que la traspasa.
Se deteriora.
Tus manos jóvenes
buscarán la tersura
queriendo deslizarse
por suaves dunas
que la acaricien.
No surcos y arrugas
que las retiene
apagando el deseo
que las mueve.
Tú dices
que amas mi cuerpo
a través del alma.
Que tus ojos
no ven defectos
y que en ella
las estaciones
no dejarán huella.
Que tú no ves
ni surcos ni grietas,
ni hendiduras,
ni cicatrices,
ni arrugas.
Solo belleza.
Sin embargo yo
cuando me sumerjo
en el mar azul
de tus pupilas
y veo tu deseo.
tus ansias y tu locura..
Siento la amargura
de que haya llegado
el otoño a mi piel
aunque tú….
¡Tú no lo quieras ver!
Mª Ascensión Rivera Serván -España-
Publicado en la revista Arena y cal 184
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