sábado, 3 de noviembre de 2012

VIERNES SANTO


No es el momento (insisto) de armar una
reyerta (trocatinta) por una lata de atún
y un par de pejerreyes sin escamas. Y
aunque las aguas del mar están tranquilas
como un corral de cerdos en la noche, un
leve resplandor entre las dunas, detrás
de la autopista, anuncia sin tapujos la
muerte del Señor. Es un silencio jadeante
y compasivo, igual que los amores
licenciosos. El retablo mayor es recubierto
por un telón morado. Los nísperos se
pudren, sin remedio, entre las ramas al
fondo del jardín. Guarda silencio, niño.
No saltes ni te vistas con ropa de verano.
Hurga en tu corazón, tu piedra pómez.
Come ese bacalao, seco y salado, venido
de los mares de Noruega. Siéntate,
calladito, al pie de la mampara. La muerte
es un instante difícil de explicar. Como
las tardes frescas o la reproducción de las
morsas salvajes. Mañana iremos a remar,
alborozados, con el cabello al viento.

De Un crucero a las islas Galápagos, 2005 de ANTONIO CISNEROS -Perú-
Publicado en la revista Lamás Médula

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