sábado, 3 de noviembre de 2012

NIÑO ANCIANO


Mi padre se ha vuelto un niño.
La curva de su espalda
entra de una sola caricia entre mis manos
mientras sus dedos atrapan
mariposas que no existen
en su jardín de sombras.
Mi padre, el trapecista
del vértigo en la escalera,
tiene los huesos encogidos
y los pies desmemoriados.
Me pregunto si recuerda
con los ojos que le quedan en el tacto
la elipse de mi mejilla
mi imagen primigenia
pero el recién nacido es él
y no puedo disputarle
la infancia de su ancianidad.
Entonces lo arropo
le doy caramelos a escondidas
y le beso la frente.

Claudia Lourdes Tejeda
Publicado en la revista deliteraturayalgomas


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