viernes, 7 de septiembre de 2012

ALFOMBRAS MÁGICAS


Pescamos un par de pósters
de esos alargados de la caja de los sueños:
en uno de ellos se ve un cielo estrellado
como una cornisa azul
y debajo,
gentes sonriendo,
que explican con sus vestimentas
que son enfermeras,
azafatas,
bomberos
agricultores
o futbolistas.
Pisotean un jardín verde floreciente
en el que se lee:
“Nosotros creamos mundo”.
Este trozo rectangular de papel colorido
será la alfombra mágica de Celia.
El otro póster dibuja ventanas de un plural bloque de pisos,
pegoteado de rostros de chavales de múltiples razas y colores
y en él que se lee:
“Los derechos de los niños y las niñas, por preguntar que no quede”
esa es la mía
mi alfombra.

Nos sentamos en nuestros tapices voladores
y los llenamos de ovejas,
vacas,
perros,
cabras,
caballitos
y patos
y principiamos a remontarnos por los cielos del salón.

De banda sonora,
nos acompañan los laboriosos y tristes instrumentos de viento
de “La vida es bella”.

Pasamos la tarde acostados o sentados
intrépidos y audaces,
en nuestras máquinas voladoras,
alzando el vuelo a veces,
y otras colisionando
y cayendo entre carcajadas.

Otras veces me pellizca Celia con sus bracitos
o me clava los codos gritando:
“Nos caeemooooos”.
O me dice audaz:
“Agáchate papá”
y se sube en mi alfombra voladora
que se abomba por el peso,
y luchamos por no caer.
contra viento y marea.

De pronto,
cansados de tanto viaje
por entre los laboriosos cielos imaginarios de Celia,
saturados de Aladdin y sus amigos,
nos replegamos abrazados,
agotados,
sudorosos y felices
y decimos hasta pronto
a nuestras artilugios de papel.

Yo retomo “La gran marcha” de E.L. Doctorow
marchando a historias de confederados y unionistas
y peleas de la guerra de secesión americana.

Y mientras,
Celia,
incansable,
encuentra en su caja de los sueños,
más posters de colores.
Uno de ellos grita:
“Viva la paz”,
el de más allá:
“Comer y crecer”.

Tenaz y rebelde
gatea a otro tapiz de papel
y de nuevo vaga por su universo de ilusiones,
feliz y reconcentrada.

Mamá la llama desde la cocina,
y Celia contesta:
-Mami no puedo,
estamos jugando con las alfombras mágicas otra vez.

Así recorremos la tarde de abril
de lluvia y viento.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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