... Sí es una realidad palpable y me da rabia afirmar y confirmar que he dejado de soñar, parece fuerte verdad, pero bueno las cosas son como son y hay que decirlas. Yo siempre he soñado, con los típicos sueños utópicos, uno siempre quiere arreglar el Mundo con sus palabras, con sus hechos íntimos e independientes, pero en la sociedad que vivimos esos mundos utópicos ya no existen, aunque aún perduran en muchas mentes descarriadas de las personas que sueñan despiertas para hacer realidad esos sueños fantásticos que circulan sigilosamente por su cerebro.
Los poetas siempre hemos sido unos soñadores empedernidos, creamos versos utópicos de amor, de paz, de alegría, los sentimientos universales más valorados por el hombre, pero el hombre es vulnerable y cae en sus vicios y pasiones más denigrantes y se muestra la realidad cruda y clara y desbarata de un plumazo esas ilusiones infantiles, juveniles o de edad madura y el humano tiende a la depresión, a pensar en ideas suicidas cuando viene una mala racha a su vida, por problemas económicos o de inestabilidad emocional, entonces su mundo interior se derrumba ante las adversas circunstancias vitales y no lo puede superar y en su engreimiento personal es incapaz de pedir ayuda y cae en una “depresión de caballo” que le bloquea y le anula como persona y no sabe salir de ese pozo sin fondo en el que se haya sumido.
Menos mal que la vida da muchas vueltas y hoy quizás estés deprimido y bajo de moral y mañana por cualquier circunstancia recibes una buena noticia del tipo que sea y se te levanta el ánimo y en ese instante recibes una ráfaga de felicidad, de bienestar, que inunda tu corazón de alegría y piensas que al fin y al cabo “la vida es bella”, a pesar de todo y merece la pena vivirla, con sueños o sin ellos, pero con optimismo vital se superan mejor todos los sinsabores vitales …
Juan Montero Lobo “Visnú” -Segovia-
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