sábado, 29 de septiembre de 2012

UN AMOR MACHO


Mientras cenábamos en la casa de los Moreno, Margarita y Silvia, ayudadas por el vino, cavilaban sobre el amor.
Levanté mi vista sobre la copa y la detuve sobre Roberto que, comprensivamente, me devolvía la mirada con una sonrisa triste.
Toda la semana estuvimos tras el rastro del caso MACHO. Cuando me llegó el expediente y supe el nombre, lo primero que pensé fue en un caso con mucha testosterona, bigotes y músculos. Nada que ver con la realidad.
El nombre derivaba del objeto de estudio del estudiante de astrofísica que había sido asesinado en la facultad.
Carlos Velazco se especializaba en “Objetos compactos masivos del Halo” MACHO (por sus siglas en inglés).
Roberto y yo, los encargados de investigar el crimen, sabemos de astrofísica lo que saben los estudiantes de la facultad de astrofísica de disparar armas. Por esto fue que el último lugar al que dirigimos nuestra investigación fue el edificio universitario. El primer sospechoso era Terom Camacho, ex novio de Carmen García, la chica con la que salía Carlos. Un campesino asiduo a los bares y buscapleitos al que ya habíamos alojado en nuestras instalaciones. Lo capturamos pero su coartada resultó bastante verosímil. No pudimos sino darle cárcel por una noche para que el desgraciado pasara su borrachera.
Mientras pasábamos del comedor a la sala, Roberto, notando mi tensión, me tomó del brazo y me dijo: “ya encontraremos al sujeto”. Media hora después nos llamaban de la facultad.
Otro nerd muerto, Daniel Cazares.
Similares circunstancias, misma obsesión por el MACHO.
Rastreamos con perros el campus y encontramos a Gloria, perturbada, sosteniendo un arma de cañón corto.
Nos apuntó y Roberto le voló la cabeza.
Se trataba de un caso de violación de derechos científicos llevado al absurdo.
Los chicos quisieron pasarse de listos y robarle un algoritmo a Gloria., algo que ella no quiso consentir.
En el Dunkin’ Donuts, al amanecer, pienso en el amor como una fuerza astronómica masiva.

Luis Cermeño (Colombia)
Publicado en la revista digital Minatura 121

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