En cueros vienes, tornarás desnudo.
¿Recuerdas? El pesebre olía a llanto.
Tenía el asno vocación de santo.
El buey trasteaba por el ojo viuda.
Será el sayal la torre y el escudo.
Sólo el tirante ardido en el espanto,
como una cruz de sal, bilis y amianto,
cruzará el huerto solidario y mudo.
A la sombra, una pocas oraciones,
unos gestos de amor de los gorriones
y una tormenta de huracán y lodo.
Después la Paz. La soledad marchita.
Vacío de equipaje, ve a la cita.
Nada te llevarás. Déjalo todo.
Luis Ricardo Furlan, Argentina De su libro “Soledades"
Publicado en la revista Carta Lírica 17
No hay comentarios:
Publicar un comentario