sábado, 29 de septiembre de 2012

LA MODA DEL "CINCO Y CUELGA"


Por Nadim Marmolejo Sevilla

Hay una nueva moda en Colombia. Es la de hablar durante cinco minutos por celular de manera gratuita, impuesta por las compañías de telefonía móvil, que conlleva la interrupción de toda llamada al cabo de ese tiempo para alargar el plan prepago o postpago adquirido por cada quien. Y se ha vuelto tan común que, como pasa casi siempre en estos lares macondianos, ya le pusieron nombre. Se trata de la moda del “cinco y cuelga”.

     Una costumbre que, a simple vista, pareciera que la promueven mayormente los jóvenes, debido, quizá, a la implicación favorable que tiene para sus bolsillos escasos de dinero, casi siempre, la gratuidad de tal tiempo al aire. Y que seguirá agrandándose con ímpetu dado el creciente número de abonados nuevos que cada día reportan las empresas del ramo en el país, según lo indica un informe de la Superintendencia de Industria y Comercio sobre el comportamiento de dicho mercado durante el primer trimestre de 2012.

     A los estudiantes, ya sean de secundaria o universitarios, estos cinco minutos gratis se constituyen en el salvavidas perfecto de sus necesidades de comunicación “sin gas”, que significa en el lenguaje coloquial de ellos: sin gastar un peso, con sus familiares elegidos o amigos. Y es el alimento vitaminado del ocio y la cultura del correvedile que abunda en nuestra sociedad, de acuerdo a como lo ven algunos. Con tal atractivo a los muchachos y a las muchachas de hoy no les queda difícil convencer a sus progenitores de que les compren un teléfono móvil.

     De ahí que la expresión “Ya te vuelvo a marcar”, es la más empleada actualmente en el país pues cada cinco minutos alguien la pronuncia para cortar una llamada telefónica. Pero esta moda no es sólo de los jóvenes, los adultos, con o sin buenos ingresos, también han acogido la misma usanza impulsados por el innegable beneficio económico que contiene, pero son poco dados a mostrar que realizan tal práctica con o más frecuencia que la juventud. Por lo que también se está volviendo normal encontrar a alguien de edad madura haciendo alarde de contar con ese recurso para hablar sin costo con sus hijos, familiares o allegados. Cosa que igualmente pasa con los empleados, vendedores callejeros o estacionarios, taxistas, funcionarios públicos, en fin, que no dudan en sacarle provecho a la nueva circunstancia.

    No obstante, hay muchos a los que les cuesta volverse “cincominuteros”. Existen personas, aún, que olvidan estar atento al tiempo que corre y se dejan agarrar del sexto minuto que ya tiene costo. Normalmente, esto le sucede a personas que cuentan con planes de minutos que les alcanzan para hablar sin parar el tiempo que quieran o consideran de mal gusto o vergonzoso darle un tijeretazo intempestivo a la charla que sostienen, ya sea por tratarse de algo sumamente importante o porque el interlocutor podría no volver a contestar si corta la llamada. Lo que suele ocurrir en los casos en que el objetivo de la misma haya sido cobrar una deuda o intentar recobrar un amor contrariado u otros asuntos de ese estilo.

     Esto último le ha pasado a Roberto, el vendedor de aguacates que recorre los barrios de la ciudad, quien comentó que sus cinco minutos gratis los ha utilizado estos días para llamar a una ex novia que tiene en la periferia, tratando de restablecer la relación. Sin éxito. “Siempre que le vuelvo a marcar, no me contesta, dice. “Y como no le meto sino unos dos mil pesos al teléfono, no me arriesgo a hablar largo porque gasto todo de un sólo tajo”, agrega desanimado. Ando jodido por eso, declara.

     Por su lado, Paula, una mujer ejecutiva que trabaja para una empresa multinacional, señala que es muy bueno contar con esos cinco minutos ya que sirven para hablar con sus hijas mientras están en el colegio sin que represente costo para ella. E igualmente para las niñas cuando tienen deseos o necesidad de llamarla.

     Pero no se contuvo para quejarse de algunos clientes que la han puesto como elegida y utilizan sus cinco minutos gratis para hablar de negocios y la ponen a soportar la suspensión temporal de la conversación a cada momento. “Eso me parece descortés”, afirma. “Cuando se interrumpe una charla de estas se afecta la integridad de la misma y el negocio puede sufrir las consecuencias. “Esos clientes me atormentan el rato”, anota, dibujando una sonrisa tenue.

     Por su parte, Antonio, cuenta con entusiasmo que para él, cuya paternidad ejerce a la distancia la mayor parte del tiempo, estos cinco minutos han sido el puente que le permite estar a diario al lado de sus hijos para ayudarle en las tareas del colegio. “Ahora paso mucho tiempo con ellos sin estar en casa”, anota convencido de que es lo mejor que han inventado las empresas de celulares aunque duda que tales minutos sean totalmente gratuitos ya que las empresas nunca pierden y de seguro esos costos los recuperan por otro lado.

     En fin, tal como van las cosas, el negocio de la telefonía celular goza y gozará de buena salud por buen rato. Y la nueva moda seguirá expandiéndose porque es difícil no aceptar cosas gratis. A caballo `regalao` no se le mira el colmillo, dice la sentencia popular. Así que adoptar la nueva moda del “Cinco y cuelga” es sólo cuestión de tiempo.

Publicado en el periódico La Urraka Cartagena

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