Aquí, bajo esta piedra donde rezuma el rocío
descansa, embalsamada en aceites vegetales
el blanco cuerpo de quien, como un ave que aletea,
bailaba descuidada y hoy no baila más...
Quien no la vio es muy probable que no vea
otro conjunto igual de partes naturales.
Los velos le tenían celo. Otras, le tenían envidia
y al mirarla los hombres sentían espasmos sensuales.
La muerte la sorprendió un día em que soñaba.
Al ponerse el sol, descendió entre sombras fieles
a la tierra, sobre la cual tan leve pesaba...
Sus manos eran más lindas sin anillos...
Tenía los ojos azules... Era rubia y bailaba...
Su destino fue corto y pleno...
No la lloréis.
MANUEL BANDEIRA (1886 - 1968) Brasil
Publicado en la revista La Urraka 30
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